En el tercer domingo de Adviento nos reunimos para bendecir las imágenes del Niño Jesús que ponemos en los belenes de nuestras casas. Muchas familias han traído la imagen del Niño; las hemos bendecido y cantado villancicos.
Sabemos que todo lo que rodea a las fiestas de Navidad es muy bonito pero carecería de razón si no le damos el auténtico sentido por el que se celebran: el nacimiento de Jesús. Durante estos días contemplaremos asiduamente en nuestros hogares el pesebre con la imagen del Niño Jesús.
Vamos a dejar que entre en nuestros corazones. Vamos a dar un paso de confianza y mirar al presente, y al futuro con ojos de esperanza. Vamos a decir que «sí» a Dios.
Dejemos atrás los miedos. Que no nos paralicen los temores. Reza, sueña, arriesga, no cierres tus puertas, abre tu vida, sal al mundo, ve a los más pobres… atrévete…
Hemos aprendido que la cercanía, el silencio y la humildad son las actitudes mejores para hacer que la espera del Señor sea serena y verdadera. ¡Esperamos que vengas! ¡Ven, Señor!